domingo, 20 de abril de 2008

Sano juicio

Y de nuevo escribir,
dar vuelta la página y hacer de cuenta que la anterior se terminó,
sigo estando acá,
verás, no sé donde ir...

No encuentro escondite esta noche, más que las palabras, más que las luces,
más que los miedos que vuelven a volver a mí, de nuevo, otra vez...
Redundante lo goloso,
repetir por deporte y sin aporte, repetir todo una vez más...
Buscar la forma de decirlo todo de nuevo, otra vez, de una manera diferente,
haber si me espera otra metáfora, o el destino me depara otra rima...

Noche significativa esta?
Noche, y nada más...
Hay algo simbólico en esto?
hay algo simbólico?

Palabras,
quizás me duele la garganta de no poder hablar pero haber hablado tanto,
quizás me duele la garganta de haber hablado tanto y no haber dicho nada,
quizás me duele la garganta de ser tan intransigente conmigo misma, y con los demás,
quizás no me duele la garganta, y son ideas mías en mi mente, quizás...

Cuánto dolor podés guardar?
Cuánto dolor podés sentir? y cuánto dolor podés procesar?

Cuánto aún queda por descubrir?
Cuánto aún es necesario que sepa?
Cuánto aún hace falta para llegar a algún sitio donde pueda sentirme a salvo finalmente por cierto tiempo? por un tiempo considerable, cuánto?, cuánto?
No me digas que eso no existe,
mentime si querés, pero no me digas que eso no es cierto,
no quiero soñar, quiero vivir,
pero no puedo más de tanto seguir...

Cuánto falta?
Cuánto lleva?
Cuánto es un número o es una vivencia?

Quiero huir, o quiero llegar,
no puedo aguardar ni al amanecer de otro día nublado sin nubes,
de otro día gris con sol,
no sé si quiero saber lo que me depara el mañana o el día que sigue,
pero cuál es la opción?
Por eso temo,
por mi deseo inconfesablemente confesado de terminar todo,
de dejar todo, de una forma o de otra,
temo por mi deseo como es esperable de toda persona en su sano juicio,
tengo sano juicio, pero como quisiera perderlo a él en lugar de perder la ilusión...
sano juicio enfermo,
al sano juicio le duele la garganta, ahora quizás un poco la cabeza,
el sano juicio escribe, pero no sabe lo que dice, se cree que entretiene, que hace pensar y que eso vale de algo,
el sano juicio es un hipócrita que juega las cartas que no tiene,
el sano juicio enferma, pero sano él se mantiene...
No es él quien escribe en mi poesía,
no sé bien quien escribe en donde ni cada cuánto,
no pude medir los tiempos, ni las palabras, ni las consignas, ni tampoco los llantos,
no pude contar las veces que me quedé así frente a una pantalla vacía, frente a una hoja vacía,
frente a una pared blanca, o a un libro sin importancia,
siempre estuvo ahí,
por un tiempo me mentí, y cambié de lugar las cosas, pero siempre estuvo ahí, aunque el sano juicio lo encerró entre estas palabras, y algunas otras que conozco, que uso,
pero que no alcanzan...

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