domingo, 20 de mayo de 2007



Venimos a agitarnos

Venimos a dar vueltas y no saber para donde ir. Venimos a emocionarnos, a perdernos, a llorarnos, a gritarnos. Venimos a soltarnos, a unirnos, venimos a correr, a transpirar.
Venimos a agitarnos, a reirnos, a llorarnos. Venimos a marearnos, a embriagarnos, a emborrachar el alma de alguna sensación inédita, inaudita, inóspita, absurda, inolvidable.
Venimos a recorrernos, a desnudarnos, a envolvernos, a enredarnos.
Venimos a agitarnos en este mundo que gira y que no para. Da vueltas en todos los sentidos, marea, embriaga, cansa, asquea.
Venimos a rodearnos de asuntos sin importancia, de creencias agenas, de verdades huecas y de huecos tapados, llenados, mentidos.
Venimos a agitarnos de deseo, de pasión, venimos a agitarnos, a un mundo que gira sin razón.
Da vértigo en sus vueltas, en cada giro, toma más velocidad. Venimos a agitarnos.
Venimos a aprender mentiras, para dejarlas a un lado, para ya no creer ni en lo que creemos, para dejarnos ir a ese lugar al que solo a veces podemos llegar.
Mientras tanto nos agitamos con nimiedades, con estupideces, con lo que aprendimos a creer que es lo importante.
Pero en realidad venimos a agitarnos de verdad.
Venimos a agitarnos de ignorancia, de deseo, de esperanza de encontrar aquello por lo que vinimos a nada, aquello por lo que creermos que vale la pena sufrir tanto, aquello por lo que decidimos que vale el precio vivir.
Venimos a agitarnos en un remolino de sensaciones encontradas, de verdades, de mentiras y sin razones, para quizas encontrarnos en algún lado, en alguna mirada, o en alguna madrugada, solos, pero encontrarnos con algo que nos encontrará con algún todo que nos trajo hasta acá.
Venimos a agitarnos a un remolino de sinsabores y de deseos y de amores.
Venimos a agitarnos, a perdernos, a encontrarnos.

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