martes, 24 de febrero de 2009

La soledad

Yo solía decir que no puedo hacer siesta,
yo solía levantarme temprano,
yo solía creer en mis sueños,
yo solía lograr lo que quiero...

A la noche llega la inspiración,
la soledad sopla en algunos silencios algunos versos,
y esconde tras su sombra algunas verdades...
Todo ha cambiado tanto este tiempo,
y son tantas cosas,
ni siquiera pude verlo llegar, y ya está acá,
mareada realidad nocturna, taciturna y solitaria,
mareadas distancias,
mareadas ausencias,
presentes incertidumbres que temen y presienten la certeza de saberlo,
de conocer ese recuerdo aún no acontecido,
esa rima aún no construída,
ese personaje aún no vivido...

Si son las luces del desvelo,
o es mi sueño por vivir,
si está en el misterio de la noche, o en lo que dura un suspiro,
son solo ingenuas vacilaciones hechas en vano...
Escribo desde el desierto de la soledad que siembra los deseos más profundos que a veces creemos olvidados,
quién solía ser,
quién creía que sería por siempre,
aquella solitaria doncella no dormía la siesta,
ni se perdía entre humos,
hoy despierta entre realidades ajenas y plegarias repetidas al silencio,
como en otra vida, como en otro tiempo,
despierta y escribe en verso algún sueño que permaneció latiendo a través del tiempo y sus soledades, con todas sus compañías, y todas sus realidades,
a través de todos sus estados de consciencia e inconsciencia,
a través de todos sus mareos,
invariable como lo incierto,
permance aún creciendo...

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