domingo, 23 de septiembre de 2007

El desencanto

Cuanta pena me da poder sentir esto por aquello que amo tanto, o ya debo decir que amé tanto?
Cuanta pena me da sentir el desencanto que siento, quizás porque he sido encantada y desencantada por su encanto y su misterio.
Cuanta tristeza de saber que uno también se puede desepcionar y desencantar de lo que más ama, de aquello que más lo apasiona. Es tan triste saberlo, es tan triste sentirlo...
Desencantada, olvidada y librada al azar.
Desde hace un tiempo no existen para mí los escenarios, ni las ficciones. Ninguna que quiera ver, o escuchar.
Desencantada, desepcionada de la pasión.
Es triste saber que esto también puede pasar. Y pasará, espero que pase, que sea un momento, una época. Que vuelvan las fuerzas, las ganas y el deseo.
No lo sé, hoy no lo creo, porque estoy desencantada.
Pero así son las cosas supongo, como tienen que ser, no dejo de repetirme.
El desencanto de un mundo sin pasión, sin locura.
El desencanto de no poder crear un nuevo mundo en tan solo un instante.
El desencanto de ser siempre la misma en el mismo escenario.
El desencanto de saber que, aún amando podés desencantarte, y perderte, sin saber como, ni si vas a volver a encontrarte donde siempre te encontraste, donde siempre te viste, donde siempre te soñaste.
Desencantada de mí, de esta ciudad, de esta realidad, del presente y del pasado.
De aburrirme cada día, con la misma etiqueta, bajo la misma piel, del mismo personaje.
Aburrida de aburrirme, de perderme y no poder encontrarme porque me he desencantado, de lo que más me ha encantado: la ficción, ese mundo de fantasías y fantasmas que tejen realidades poéticas para hacerte ver, escuchar, y saber. Para hacerte sentir.
Pero hoy soy yo la que no siente, la que no lo siente. Y es vacío mi mundo, vacía mi alma. No encuentro mi escencia, esa que me marcó el camino hasta acá, y desde hace tiempo. No la encuentro, no sé donde la he extraviado, sé que volverá, como mi sombra, que pasará la "tormenta"; que aprenderé de la caída, y del golpe, y de sus cicatrices, y de sus moretones.
Pero hoy no sé nada de mí.
Desencantada de tanto desencanto. La realidad es mas compleja, mas triste y mas real. Demasiado real, y sin embargo, hoy no puedo vivir en otro lado.
Cuanto desencanto. Que tristeza.

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