viernes, 22 de febrero de 2008

Sentir no deja olvidar

Continúa el silencio alrededor,
continúa el murmullo cadencioso,
continúa el ritmo latiendo en cada estrofa,
continúa escribiendo...

Y soy un poco misteriosa,
y soy un poco mentirosa,
callo en una rima en lugar de callar en un silencio...

Aprendí a callar,
aprendí a gritar,
aprendí a reír y a llorar,
aprendí a mentir,
aprendí que sentir no te deja olvidar...

Esclava de mis deseos,
como todos,
esclava de mis palabras, más aún de mis silencios,
como todos,
esclava de una libertad desconocida,
ajena a las letras,
ajena a la oscuridad en la que he vivido y he soñado,
porque aprendí a soñar, a veces en un suspiro, a veces en meses oníricos,
meses de soledad,
y aprendí a descreer de mis sueños, como en un poema de Pessoa,
porque no soy un niño, ni soy un loco,
no he de tomar el sueño como algo real, ni aún cuando es algo real,
espina falsa de mi vida soñada,
que ni siquiera los sueños me agradan, porque les encuentro defectos...

Palabras que robo,
palabras que robo o que me apropio?
o simplemente es que comparto ese sentimiento de triste, loco y solitario...

Palabras,
infinitas convinatorias posibles, que sin ser números intentan un significado,
decirte algo,
transmitirte un sentimiento intransferible por naturaleza,
pero eso hacemos,
peleamos contra todo,
contra el tiempo,
y también contra los sentimientos,
en ese afán de compartir, de no sentirnos tan solos.
Y aprendí a sentirme sola,
aprendí a ser solitaria,
no sé ya que más pueda aprender,
no sé ya si pueda aprender aquello por lo que viví aprendiendo,
soñando, jugando y a veces perdiendo...

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