sábado, 1 de enero de 2011

La locura

Con este sentimiento conocido por mi pecho sigo escibiendo en esta pantalla conocida por mis ojos,
con este teclado conocido por mis manos como el piano de un pianista equivocado,
suenan desafinadas estas notas,
porque las rimas no aparecen,
solo resuena la derrota que comienza de nuevo,
y con esta sensación casi eterna en el pecho,
sigo escribiendo en estas hojas que no son hojas pero parecen...

Son los alaridos de la pena,
son los suspiros de la ira,
la tristeza se esconde y se disfraza de tan variadas maneras,
pero ese timbre no suena,
y ese teléfono no llama,
ella baja las escaleras,
y yo finjo mantener la calma,
como si no pasara nada,
como siempre,
porque sinó es imposible seguir,
como si todo hubiera sido un recurso onírico compartido, y nada más,
no hay otra forma de seguir, quizás,
o no sabemos encontrarla, buscarla,
hallarla,
dormir,
intentar domir,
hablar, intentar hablar,
tomar pastillas,
olvidar, intentar olvidar,
callar, intentar callar,
y el nudo en el pecho crece,
como una bola de nieve en una abalancha que no queremos mirar,
todo enloquece y aparece fuera de lugar,
pero es exactamente lo que debe ser,
está exactamente donde debe estar,
aunque no nos guste,
y es así,
así sigue siendo,
así fue, y seguramente así será...

Hacemos lo que podemos con nuestro dolor,
con nuestra angustia,
hacemos lo que podemos con tanta pena,
se disfraza de lo que puede nuestra tristeza,
hay que reagar las plantas porque no llueve y hace calor,
las letras vuelven a desordenarse en mis dedos que no alcanzan a seguir el ritmo de este coroazón que late sin destino y con razón...

No alcanzan las palabras,
lo simbólico muestra todos sus límites,
lo imaginario se rompe en mil pedazos,
y obviamente no hay rescate de Lacan,
lo real retorna, como retorna la locura,
sin explicaciones, ni interpretaciones,
regresa y no hay nada que podamos hacer para impedir su aparición en escena,
bajar el telón no es una alternativa,
podemos apagar las luces,
pero aparece igual,
y se escucha,
se la siente respirar en el aire,
al lado tuyo, al lado mío,
todo vuelve, y no hay forma de detener a la mayor razón después de la razón...

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